los libros cerrados siempre,
unas veces por asiento,
por cabecera otras veces.
Un viejo que fatigado con la hoz segaba mieses cerca de él,
con desenfado le dijo al par:
- ¡Qué imprudente niño incauto! ¿no ves que el tiempo que dejas pasar no vuelve?
- Tiempo tengo, dijo el niño, de estudiar.-
Sí, joven eres, sacude pues tu pereza y piensa más diligente
que el tiempo una vez perdido,
perdido está para siempre.
(Yolanda)
(Yolanda)
No hay comentarios:
Publicar un comentario